miércoles, 7 de septiembre de 2016
Los crímenes del esteta y otros relatos. Luis Ramoneda Molins.
Los crímenes del esteta y otros relatos. Luis Ramoneda. Ed. Ritmos del siglo XXI. Madrid, 6.2016. 187 páginas.
La colección de relatos de Luis Ramoneda Molins es uno de esos selectos libros que da pena que se acabe y apetece leer y releer...
El autor, reconocido crítico literario de Aceprensa, poeta, novelista, ensayista y traductor ha logrado en este su décimo libro, reunir veinticuatro relatos de alta calidad literaria.
El tono es la sencillez expresiva: se leen muy bien; la riqueza de vocabulario, con sustantivos y adjetivos que se encuentran sólo en los grandes maestros; la belleza en la descripción de ambientes, sobre todo rurales y de montaña: se nota que el autor ama la naturaleza y la conoce por experiencia directa.
En este contexto, la luz, el agua, la nieve, los bosques y los colores del mundo aparecen con toda su hermosa variedad. Los sonidos y la música constituyen otro de los grandes ambientes en los que se desarrollan las historias.
Y más allá de la perfección formal, Ramoneda Molins conoce el alma humana, sus alegrías y dolores, y sabe contarlas. Están muy presentes los gozos y las penas de la vida familiar, la guerra (hay varios relatos ambientadas en la Guerra Civil española); y la muerte, a la que el autor presta una especial atención, como también lo ha hecho en otros libros anteriores: se diría que vive con una especie de connaturalidad esa realidad que a todos nos afecta...
Pero no es un libro sombrío, estas narraciones son un canto a la vida, a la amistad, al amor, manifestado con frecuencia en un asombro ante la belleza de la vida cotidiana...
Destacan las aperturas magistrales de algunos relatos y los cierres de las historias: no encuentra Ramoneda atajos o soluciones fáciles, ni lo pretende: hay relatos de final abierto o triste o duro, como la vida misma, pero de fondo hay una atención compasiva del ser humano, que es tratado con respeto y afecto, y en muchas narraciones se vislumbra explícita o implícitamente una mirada esperanzada, cristiana, porque Dios cuida siempre de su criatura, aunque esta no le conozca o incluso le rechace.
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