miércoles, 15 de abril de 2015

"Calixta", de John Henry Newman. Ediciones Encuentro.

"Calixta", de John Henry Newman. Ediciones Encuentro. Novela escrita por el Beato John Henry Newman, que se puso de acuerdo con Wiseman para escribir relatos que reflejaran la vida de los primeros cristianos. Wiseman, que fue también Cardenal y Arzobispo de Canterboury, escribió la gran novela "Fabiola". Newman escribió Calixta en dos períodos de su vida, separados por varios años. Ambientada en el África Proconsular, en una ciudad llamada Sicca, cercana a Cartago y a Hipona (actual Túnez), sedes episcopales de dos grandes Padres de la Iglesia: San Cipriano de Cartago y San Agustín de Hipona, separados por un siglo. Calixta está ambientada en la persecución de los cristianos de tiempos del emperador Decio (hacia el año 250). Tras más de cincuenta años sin persecuciones, la fe cristiana había decaído en esa zona del Imperio, y hubo muchos cristianos que fueron débiles y sacrificaron a los ídolos (más tarde llamados lapsi), o consiguieron documentos en los que se afirmaba que habían sacrificado, sin haberlo hecho (libellatici). Cuando murió Decio y se dejó de exigir a los cristianos que sacrificaran a los ídolos, bajo pena de muerte si no lo hacían, hubo un debate teológico sobre si se admitía de nuevo a la comunión de la Iglesia a los lapsi y libellatici, a los que fueron débiles. San Cipriano de Cartago destacó por su defensa de la misericordia y el perdón, con condiciones: petición de perdón y hacer penitencia. Pero la novela no narra esa etapa, sino la anterior: cómo se había debilitado la fe de muchos cristianos, muy bien explicada en la obra de San Cipriano "De lapsis", y la persecución contra los cristianos de Decio en la ciudad de Sicca. Un punto débil de la obra es la construcción de la novela, que está a medio camino entre el tratado histórico y la ficción, aunque contiene páginas memorables de gran vigor narrativo, como la descripción de la plaga de langosta y los motines que origina en el populacho. Pero esta carencia es ampliamente superada por las muchas virtudes del escrito de Newman: la minuciosa documentación que aporta sobre la vida y la sociedad de la época, mediados del siglo III, en el Norte de África, que interesa y enriquece. Y, junto a esto, los grandes temas de Newman: el valor de la conciencia que se abre paso con dificultad en busca de la verdad, hasta que la alcanza en algunos, como Calixta, mártir y santa, o Agelio, también ambas cosas; y en otros, se queda a medio camino, o sencillamente no se abren a la verdad que se les presenta. Y la belleza de la comunión y variedad en la Iglesia Católica, que crece en la historia de los hombres, a veces a trancas y barrancas, y siempre precisa un tiempo para madurar en las almas. La recomiendo vivamente.

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