domingo, 11 de noviembre de 2018

Pedir la luna, novela de Blanca García-Valdecasas

Pedir la luna. Blanca García-Valdecasas. Ed. BibliotecaOnline. Madrid, 2018. 275 pags.
La autora es una reconocida escritora con novelas como El Lubricán, Premio de Novela Café Gijón, Por donde sale el sol y otras obras, entre las que destaca también la colección de relatos La puerta de los sueños, Premio Fastenrath de la Real Academia de la Lengua.
En esta novela inicia la Trilogía del Tercer Milenio, que aborda las relaciones personales y familiares contemporáneas con realismo y con hondura: la amistad, las relaciones de pareja, el trato entre padres e hijos cuando estos se hacen mayores, las relaciones de vecindad en un inmueble situado en el barrio de Salamanca en Madrid, en la Calle Pintor Morales, 25, donde vive también una pareja de homosexuales. La novela muestra los intereses y preocupaciones, las alegrías y penas de unos y otros vecinos.
La protagonista de la novela es Costanza Morales, joven profesional que viene a la capital para trabajar, huyendo de algún modo de la casa de sus padres en Sevilla, después de un desengaño amoroso.
La narradora también es Costanza Morales, y la novela discurre con agilidad por los abundantes diálogos, modo habitual de la autora para presentar personajes y hacer avanzar la trama. Con estos elementos y con una cuidadosa elaboración de las conversaciones, que fluyen como la vida misma, y una inteligente dosificación de la información al lector, la historia avanza y atrapa. Interesan los personajes y se presenta el bien como bien y el mal como mal: hay una visión de fondo de la persona y lo que la hace alcanzar la plenitud con matriz de antropología cristiana; hay personas que acuden a Dios y rezan por sus problemas y le agradecen los dones que reciben. Hay personajes generosos, de gran talla humana, y otros con comportamientos egoístas, que producen rechazo, pero todos ellos son tratados con respeto.
El tiempo de la novela son siete meses, los últimos del milenio y los primeros días del año dos mil, y también aparecen los temores y expectativas ante el cambio de milenio.
La mirada femenina de la autora aporta color y realidad al fijarse en los modos de vestir y aspecto de los personajes –color de los ojos, facciones-, mobiliario de las habitaciones, compras en tiendas, menú y preparación de las comidas y cenas y rasgos del carácter que se resaltan en los diálogos.
En la novela, la joven protagonista crece y madura con las adversidades, durezas y alegrias de la vida, y de algún modo también se puede entender como una novela de aprendizaje.
El final es abierto a unas posibilidades que llenan de esperanza a la protagonista, pero entiendo que esta novela seguirá en las otras dos entregas que se anuncian en el encabecimiento.
Recomendable

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