sábado, 16 de junio de 2012

Las hayas

Hoy he andado con dos amigos por el pico madrileño de Abantos. Conversar y respirar aire limpio y fresco, mientras se supera un buen desnivel a través de senderos ocultos  por gran variedad de árboles, es un magnífico modo de descansar y de recuperar el ánimo  frente a las preocupaciones que a nadie faltan y menos en los tiempos de crisis actuales. Al pico de Abantos, se puede llegar por muchos sitios, hoy hemos elegido una senda en torno a la que quedan aún algunas hayas de muy buen ver, solitarias o reunidas tímidamente en pequeños grupos, entre pinos, alerces, robles y otros árboles. Pienso que no habrá otros ejemplares más al sur. Hemos pasado junto a tres fuentes en las que aún manaba el agua. Parte de mi infancia, está unida a los bellísimos hayedos de la comarca gerundense de la Garrotxa, por esto la caminata de hoy ha sido especialmente grata para mí. Mientras subíamos y contemplaba el variado paisaje por el que discurrían nuestros pasos, he pensado en la belleza, tanto en la que contemplamos como resultado de la creación como la que ha salido del talento de los hombres, que tampoco ha faltado en la marcha de hoy, porque, cerca ya de la cumbre, nos hemos detenido a contemplar, desde la llamada Cruz de Rubens, una de las mejores vistas del Monasterio del Escorial. Belleza. Como contraste, he pensado en el feísmo, en la zafiedad que a veces trata de imponerse en este mundo utilitarista en el que vivimos. Chancletas no, por favor. Luis Ramoneda
 

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