domingo, 6 de septiembre de 2015
"El pueblo traicionado". Segundo volumen de la novela de Alfred Döblin "Noviembre de 1918"
“El pueblo traicionado”. 576 páginas. Alfred Döblin. EDHASA.
Noviembre de 1918 es el título de la trilogía que escribió Alfred Döblin sobre los acontecimientos que de un año para otro cambiaron el curso de la historia alemana. Y “El pueblo traicionado” es la segunda parte de la trilogía.
Noviembre 1918 narra el final de la Primera Guerra Mundial en Alemania. Con la pérdida de la guerra, cae la monarquía del Reich alemán y el Káiser Guillermo II renuncia y emigra, y nace en Alemania una república pluralista y democrática, que da sus primeros pasos en medio de una gran confusión. Los revolucionarios, marxistas, encabezados por Karl Liebchneck y Rosa Luxemburg, fracasarán ante la oposición de los socialdemócratas del SPD, al frente de los cuales está el Canciller Ebert. Éstos, aliados con el Comando Militar Supremo, presidido por el Mariscal Hindenburg, la burguesía y los afines al káiser, sofocarán el levantamiento espartaquista de Karl y Rosa (pero a éstos está dedicada la tercera parte de la trilogía).
La trilogía arranca en el fin de la guerra de 1914-1918, con el Ejército alemán de retirada, y llega hasta los primeros días de enero de 1919, con el asesinato de Karl Liebchneck y Rosa Luxemburgo.
Es una novela histórica, pero es mucho más, gracias al genio de Alfred Döblin. Cito al crítico José María Guelbenzu: “El expresionismo fue un movimiento que priorizó el subjetivismo del artista, esto es, la “expresión” contra la representación objetivista, “impresionista” de la realidad, de manera que destacaba sobre todo la seria crisis existencial del individuo al tiempo que criticaba la alienación del industrialismo, y marcaba una tendencia a mostrar la realidad interior y el análisis psicológico, pero también un compromiso social y de denuncia apoyado en un lenguaje preciso, y a veces, crudo. Döblin, que pertenece a la tendencia más objetivista del expresionismo, consiguió una síntesis extraordinaria entre el realismo de corte balzaciano y una nueva forma de captar la realidad, que no renunciaba a la experimentación. Influido sin duda por John Dos Passos, concibió una forma de escritura narrativa en la que la simultaneidad, la intertextualidad, la crónica y el cine, el collage incluso, rompía el discurso lógico y cronológico en favor de una expresión nueva que resultó decisiva en el desarrollo de la novela moderna. Con todo ello, construyó esta historia de la revolución alemana inscrita en la República de Weimar”.
“En la novela desfilan personajes reales y ficticios de todas las facciones, pero también aparecen como personajes, por así decirlo, los grupos sociales (socialdemócratas, independientes, militares, espartaquistas), lo cual permite una integración novelesca de individuos e historia realmente deslumbrante. Naturalmente, algunos individuos sobresalen y llevan el hilo de la acción de manera simultánea con los movimientos de grupo (proletarios, cuerpos de Ejército, gabinetes…)”.
“Es particularmente admirable el modo en que consigue ir mostrando de una manera literaria los movimientos que las diversas facciones en liza van realizando, para tomar posiciones ante sus objetivos. Por ejemplo, el modo en que los militares monárquicos esconden la derrota convirtiéndola en un regreso triunfal de las tropas, la visión de la moral de esas mismas tropas a través de la dura realidad que contradice la intención del mando, el desconcierto de las masas sin líderes que las dirijan y organicen, la interminable sucesión de reuniones pactistas que abocan a la inacción a la República mientras los aliados discuten las condiciones del armisticio, los conflictos personales de la gente singularizada con sus respectivas historias personales y el modo en que tratan de entender lo que les sucede y qué decisión o dirección tomar cada uno, y cada uno definido con su propia personalidad, sus titubeos, sus cambios, sus deseos, sus amores, sus culpas. Los hilos de esta historia son tantos, tan variados, tan sugerentes y tan equilibrados que sólo cabe calificar a esta obra de esfuerzo monumental”.
Este segundo tomo lo leí hace un año y suscribo completamente esta crítica literaria de Guelbenzu. Dejo para la tercera parte, donde la novela refleja con extraordinaria fuerza y vigor narrativo, la crisis existencial de algunos personajes que les conduce a dirigirse al Dios de los cristianos en busca de respuestas a sus preguntas. No he leído nunca en una obra de ficción, páginas que reflejen con tanta hondura y tanta belleza esta mirada a Jesucristo desde el sufrimiento de unas vidas rotas por las heridas de la guerra y el desconcierto de una derrota.
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