martes, 31 de mayo de 2016

El espíritu de Dostoyevski, ensayo de Nicolai Berdiaev.

El espíritu de Dostoyevski. Nicolai Berdiaev. Ed. Nuevo Inicio. 253 páginas. Reedición de un clásico del filósofo ruso, Nicolai Berdiaev, expulsado de Rusia por los soviéticos en 1922, en el famoso “barco de los filósofos”. Y afincado en Francia desde entonces. El origen del libro son las conferencias que pronunció Berdiaev en 1920 en Moscú, ya dominado por los soviéticos. Con gran claridad y hondura, el pensador afronta los grandes temas de la obra de Dostoievski, que son los grandes temas de la literatura y de la filosofía y de la vida: Dios, el hombre, la libertad, el mal, el amor… En la obra de Dostoievski, al analizar la situación de Rusia (hay un capítulo del libro de Berdiaev dedicado al alma rusa, según Dostoievski), se anticipa lo que sucedería en ese gran país unas decenas de años después: la revolución comunista. Berdiaev dedica un capítulo a analizar la leyenda del Gran Inquisidor, que trata del hombre que se hace dios, contrapuesto a Jesucristo, el Dios-Hombre. Y, con gran finura de análisis, Berdiaev expone que Dostoievski no criticaba tanto al catolicismo romano como al socialismo totalitario, el comunismo, al que se anticipó, que pretende la felicidad del hombre, el paraíso en la tierra, coartando la libertad y controlando todo. Con la mayor y más cruel tiranía que ha conocido la historia… Berdiaiev. Que en un tiempo fue socialista y marxista, se distancia del marxismo y lo define como una religión que pretende salvar al hombre organizando su vida, no solamente sin Dios, sino contra Dios, y por tanto, contra el hombre. Y en 1909 ya escribe: “por senderos complicados y sinuosos llegué a la fe y a la Iglesia de Cristo, a la que considero ahora como mi madre espiritual”. Concluye Berdiaev con un análisis de la grandeza y los límites de la obra de Dostoievski, y su significación para nosotros en la actualidad: la grandeza de la libertad y sus riesgos, que no por ser una aventura arriesgada, ha de dejar de intentarse, pues es la única forma de crecimiento y, por tanto, de felicidad del hombre y de cumplimiento de su vocación divina al amor, pues el mismo “Dios ha querido correr el riesgo de nuestra libertad”, en frase feliz de San Josemaría Escrivá de Balaguer.

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