El título responde a la realidad: una tarde de un escritor encerrado en su casa y en su soledad, que sale a dar un paseo por la calle y observa, mudo, lo que sucede a su alrededor. El escritor “está convencido de que ha perdido el habla” y de hecho, no habla en todo el relato, pero observa con interés y atiende a las personas con las que se cruza, algunas de las cuales le reconocen con admiración como escritor y le dicen cosas. El relato culmina con un encuentro con su traductor y una confesión del autor: “ya en el hecho de aislarme y hacer mi vida aparte para poder escribir reconocí mi derrota como persona adscrita a una sociedad; yo mismo me excluí de los demás para el resto de mis días. Y aunque siga aquí sentado hasta el final entre la gente, y me saluden, me abracen y me hagan partícipe de sus secretos, yo nunca seré uno de ellos”. El texto refleja muy bien la soledad del escritor y, en cierto modo, su sensación de extrañamiento sobre el mundo que le rodea. La escritura es sobria, escueta y en tercera persona, lo que contribuye al mensaje del libro.
El autor es el recientemente proclamado Premio Nobel de Literatura 2019, con una obra extensa. Esta es una obra menor dentro de la producción de Peter Handke.
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