Supe del Dr. Jérôme Lejeune cuando fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de Navarra –en mayo del año 1974–, de la que por aquellos años yo era alumno de la Facultad de Filosofía y Letras. Después, seguí, a través de los medios de comunicación, las noticias sobre su tarea científica, por la que hubiera merecido sin duda el Premio Nobel de Medicina, puesto que ha sido uno de los pioneros de la ciencia genética. Aunque lo que más me interesó fueron las informaciones sobre su defensa inquebrantable de la vida humana, lo que, además de privarlo del citado galardón, supuso que fuera denostado sin piedad en ciertos ambientes políticos, culturales, científicos y en algunos medios de comunicación muy influyentes.
Acaba de traducirse al castellano la breve semblanza escrita por su hija más pequeña, Clara, en 1997: "La dicha de vivir" (Rialp. Madrid, 2012). Un libro ameno y excelente, donde el perfil humano del profesor Lejeune queda magníficamente expresado: un hombre de una gran sensibilidad y cultura, para quien la ciencia era un arte y la medicina una tarea ante todo humanitaria. Un padre de familia entrañable y una persona de fe, coherente hasta el final. Prueba de ello es que Juan Pablo II le pidió que fuera uno de los impulsores de la Academia Pontificia de la Vida. Además, perteneció a la Academia Pontificia de las Ciencias, que llegó a presidir poco antes de su fallecimiento. Un libro cuya lectura nos invita a ser mejores personas. Luis Ramoneda
jueves, 9 de febrero de 2012
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1 comentario:
Una sugerencia de lectura muy atractiva, tomo buena nota.
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