viernes, 21 de agosto de 2015

Una temporada para silbar, novela de Ivan Doig

Ivan Doig. Una temporada para silbar. Ed. Libros del Asteroide. 360 páginas. Traducido por: Juan Tafur “No cocina, pero tampoco muerde”. Así comienza el anuncio de prensa por palabras en el que Rose Llewellyn, una viuda de “buenas costumbres y disposición excepcional”, se ofrece en el otoño de 1909 como ama de llaves; la frase capta de inmediato la atención de Oliver Milliron, un granjero recién enviudado con tres hijos que van de los 14 años a los siete -Paul, Damon y Toby- y poca maña en las tareas domésticas, que la contrata para poner un poco de orden en su casa de Marias Coulee, Montana. Y así comienza también la inolvidable temporada que Rose y su hermano Morris, un dandi sabelotodo, pasarán en este pueblo de granjeros. Cuando la maestra local se va del pueblo, Morris pide ocupar su puesto; sus particulares métodos de enseñanza marcarán para siempre a los jóvenes alumnos de la escuela rural. Ni ellos ni la familia Milliron ni el pueblo de Marias Coulee volverán a ser los mismos tras la llegada de Rose y Morris. El libro está narrado en primera persona por el hijo mayor, Paul, adolescente precoz, cincuenta años después de los hechos que ocurrieron en el periodo de un curso académico. Muy bien escrito, con pocos trazos, define personajes, evoca paisajes bellísimos, los de Montana, que hace presentes con maestría. Hay personajes memorables y los secundarios también los son. La trama engancha y no decae en ningún momento, e incluso, en el tramo final, da la vuelta a la historia, guardando sorpresas que conmocionan. Ivan Doig, granjero, periodista y escritor, recientemente fallecido en abril de 2015, está considerado como uno de los mejores cronistas contemporáneos del Oeste americano, a la altura del gran Wallace Stegner. Gustará mucho a profesores de colegios y educadores, pues también es una novela de aprendizaje y de crecimiento de jóvenes alumnos de una escuela unitaria rural. Pero la humanidad del autor al tratar a sus criaturas acerca este libro a cualquier lector: es de los libros que divierten y enriquecen, que da pena acabarlo...

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