Hace más de cuatro años escribí este pequeño trabajo, que me parece que sigue vigente. Esta semana ha salido este asunto en conversaciones con varios amigos al filo de varias noticias publicadas en la prensa. Por eso, me parece útil publicarlo ahora aquí. A ver qué opináis.
Se ha convertido en una opinión común que algunos medios de comunicación tratan la religión con desconocimiento, cuando no con prejuicios y sectarismo. En Estados Unidos se han publicado estudios como los de Underwood, Postman, Gerbner, Neumann, Reever y Nass. En nuestro país, es muy sugerente el publicado por J.L.Lorda, aunque se refiere sólo a dos medios escritos de ámbito nacional.
¿Es verdad que algunos medios de comunicación tratan mal a la religión? Y si la respuesta es afirmativa, ¿cuál es el motivo? ¿Se debe a que la línea editorial de esos medios es antirreligiosa? o ¿a que los periodistas de esos medios son hostiles a la religión o ignorantes del hecho religioso? Para contestar a las dos primeras preguntas, hay que analizar los contenidos concretos de esos medios; para responder a la última, habría que hacer una encuesta entre periodistas y conocer su actitud ante la religión. Voy a intentar responder a las dos primeras preguntas con un estudio referido al periódico El País en el tiempo acotado de las tres semanas que van del 5 al 26 de septiembre de 2003.
Como toda persona humana, los empresarios propietarios de los medios de comunicación, los directivos de esos medios, los periodistas y colaboradores, autores de los artículos, tienen su visión de la vida y no podrían –aunque quisieran- desprenderse de ella a la hora de escribir. Y los medios de comunicación tienen su línea editorial en asuntos religiosos, en temas de política nacional, internacional, sociedad, economía, etc. Hace tiempo que quedó desacreditada la afirmación del periodismo objetivista “los hechos son sagrados, las opiniones libres”, en el sentido de que las noticias que dan los medios sean imparciales y traten los asuntos con una objetividad neutral. La información neutral no existe: siempre se piensa y se escribe desde una tradición, con un bagaje. Esto no quiere decir que los medios de comunicación y las personas que trabajan en ellos no deban dar una información veraz y lo más completa posible. Es decir, que vivan personalmente la virtud de la veracidad y de la justicia en su profesión.
Tradicionalmente este esfuerzo ético por realizar con honestidad la profesión se ha traducido en las normas de deontología profesional y plasmado en los libros de estilo de que se autodotan los medios, que son de obligado cumplimiento para los que trabajan en ellos y síntesis de cómo percibe el propio periódico el buen hacer profesional. Por esto, me parece que puede tener interés comparar la información que publica un medio con las exigencias de su libro de estilo.
Desde el punto de vista cuantitativo, teniendo en cuenta que se autodefine como un diario “laico”, en el sentido de ajeno a lo religioso, El País ha dedicado bastante atención a la Iglesia Católica: veintiuna noticias y dos artículos de opinión. Del examen de los veintitrés artículos se puede también extraer una primera conclusión general: 20 son críticos con la Iglesia Católica y sus instituciones, con juicios valorativos que analizaremos más adelante, y 3 son simples noticias. O sea, un 85% adoptan una postura crítica con la Iglesia Católica.
Los dos artículos de opinión son de Fernando Vallespín, titulado “Electoralismo episcopal”, criticando el documento de los Obispos de Madrid que daba una orientación pastoral a los fieles católicos y a los que quieran escucharles sobre elecciones para la Asamblea de Madrid. Y de Juan José Tamayo, de la Asociación Juan XIII, titulado “Religión en la escuela: ¿retorno al nacionalcatolicismo?”, que critica la asignatura de religión en los colegios. Como son artículos de opinión, no hacemos más consideraciones en este análisis.
El País titula el 23 de septiembre: “El Obispo de Canarias muestra su desacuerdo con la obligatoriedad de la asignatura de religión”; titular que no se corresponde con el cuerpo de la noticia: el Obispo no habla del desacuerdo; al día siguiente, bajo el título “Cien sacerdotes de Madrid consideran un escándalo la situación del profesorado y la asignatura de religión”, se cita en último párrafo el desmentido del Obispo, y dice que cayeron en esa confusión todos los diarios (entre los de ámbito nacional sólo El País). En el cuerpo de la noticia, El País señala sólo los nombres de cuatro de los cien, cuando en noticia de tanta transcendencia debería recoger los nombres de todos ellos, de acuerdo con el imperativo de su libro de estilo: “el rigor en los datos es fundamental: para presentar una información veraz lo más completa posible, hay que comprobar los datos”. Sobre datos, vid. también las cifras que da El País en noticia del 5 de septiembre: “un millar de pensadores y docentes de religión asistentes al Congreso de la Asociación Juan XXIII”. Un análisis riguroso de las cifras debería rebajar éstas en un dígito: ni son mil, ni son pensadores y docentes de religión; una frase más veraz sería: “unas decenas de teólogos y unos centenares de personas”.
Otro análisis interesante es el que se refiere al imperativo del libro de estilo de El País sobre “no incluir en las noticias las opiniones o juicios de valor del periodista sobre lo que se narra y la exclusión de los adjetivos calificativos en la noticia”. Algunas frases entresacadas de los artículos de esos días: no se llama por su nombre a la Sagrada Congregación de la Doctrina de la Fe, sino “ex Santo Oficio de la Inquisición” o “la Congregación que ejerce de policía de la fe”. Son frecuentes expresiones como: “la inquisición de la Iglesia Romana”, “la poderosa prensa católica de Estados Unidos”, “en teología sólo hay opción, credulidad o papolatría”; y las instituciones fieles al Magisterio de la Iglesia y al Papa son “ultraconservadoras”, “intolerantes”, “retrógadas”, “ruidosas”, mientras los teólogos o personas que disienten son “progresistas”, “tolerantes”, “silenciosos”, “abiertos”.
El libro de estilo de El País manda también: “En caso de conflicto se ha de escuchar a las dos partes. El periodista debe mantenerse equidistante de las partes en un conflicto, sin favorecer a ninguna de ellas. El titular de la noticia no podrá ser adjudicado a una de las versiones en detrimento de la otra”. En varios de los artículos analizados se presta voz a las dos partes, pero en muchas la voz crítica a la Iglesia ocupa el 80% de la noticia y la voz que está de acuerdo con lo que propone la Iglesia ocupa sólo un 20% y el titular es adjudicado a la versión crítica en detrimento de la otra. Algunos ejemplos: la noticia de los “Cien sacerdotes…” ocupa un 86% la versión de esos sacerdotes y un 14% la de la Conferencia Episcopal. El 15 de septiembre titula El País: “La consagración del nuevo Obispo de Vic contestada por manifestantes” con quince líneas a la versión de los manifestantes y tres a la del obispo; es elocuente la redacción: la manifestación discrepante es “silenciosa”, mientras que los miles de partidarios asistentes al acto, hicieron “furibundas reprimendas”; no falta el habitual e inexistente confidente “que prefiere mantenerse en el anonimato por temor a represalias”. También el día 15 de septiembre sobre el viaje del Papa a Eslovaquia y la canonización de dos beatos eslovacos martirizados por el régimen comunista: el 80% de la noticia narra la colaboración de un eclesiástico –que no es ninguno de los dos beatificados- con el régimen pronazi.
Otra exigencia del libro de estilo es “No manipular la noticia”. El día 15 de septiembre titula “Roma enreda el caso Galileo”, y critica una intervención del Secretario de la C. de la Doctrina de la Fe sobre el caso Galileo, aportando unas frases fuera de contexto del libro “Galileo en Roma, crónica de 500 días”. Este libro concluye lo contrario de lo que el autor del artículo de El País defiende.
Son elocuentes también las omisiones sobre eventos religiosos de interés periodístico, que no ha recogido El País, pero sí otros diarios de ámbito nacional, como reuniones de la Conferencia Episcopal, próximas Canonizaciones, palabras del Papa, fiestas religiosas, etc. Y la selección de los asuntos de interés para El País: además de los que hemos citado anteriormente, señalamos algunas otras sin ser exahustivos: escándalos sexuales del clero (11 y 10 de IX.); reunión de la Asociación Juan XXIII titulada: “Una religión estúpida es inevitablemente un peligro”; el libro “Cartas del demonio al Papa” (19.IX.); “Los obispos de Madrid entran en campaña con citas al divorcio, el aborto y la eutanasia” (24.IX.).
Otra exigencia del libro de estilo en este repaso rápido: “El periodista ha de escribir su noticia con independencia de cualquier grupo de presión político, económico, religioso o ideológico”. Pero la información religiosa de El País obedece a la visión particular de la Iglesia de unos muy minoritarios grupos de presión de disenso. El País presenta siempre la voz de la minoritaria asociación Juan XXIII y no publica casi nunca la voz del Magisterio de la Iglesia, del Papa y los Obispos. En la selección u omisión de los temas tratados y sus titulares y en su enfoque, el punto de vista es el de esos grupos minoritarios de disenso, mientras que la voz de la Iglesia Católica y la de los intelectuales e instituciones fieles al Magisterio de la Iglesia es ignorada o silenciada.
¿Qué conclusión podemos sacar de este breve análisis? No me refiero aquí a personas concretas, que me merecen todo el respeto, sino a la línea editorial de El País. Se podría formular con una pregunta y su respuesta: ¿Cumple El País las disposiciones éticas y profesionales de su Libro de Estilo en la información sobre la Iglesia Católica? No.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario